MVZ
  Influenza Porcina
 

 

 

 

 

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

FACULTAD DE MEDICINA VETERINARIA

Y ZOOTECNIA

 

INFLUENZA PORCINA

 

 

 

MVZ Sendey Chávez Ramírez

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

Origen del término influenza

 

La “influenza delle stelle” o influencia de las estrellas, es el término que se utilizó en Italia en el siglo XV, para describir a una de las primeras epidemias respiratorias que se presentan en el ser humano (1,2). No es una enfermedad  que afecte exclusivamente a nuestra especie, ya que a lo largo del tiempo, el virus se ha adaptado a nuevos hospedadores como son aves silvestres, mamíferos marinos (3), caballos y en modo peculiar al cerdo (Figura 1).

 

 

Figura 1: Transmisión del virus de Influenza tipo A entre distintas especies.

 

Conforme los virus de influenza se diseminan a través de las poblaciones, tanto animal como humana, éstos sufren mutaciones y selección por lo que gradualmente cambian la estructura de sus antígenos de superficie. Dos o más cambios de aminoácidos en diferentes sitios de estas proteínas de membrana son suficientes para dar lugar a cambios antigénicos significativos. Este cambio gradual se denomina variación antigénica, y permite al virus persistir durante muchos años en distintas poblaciones (4,5).  Así, los anticuerpos contra un tipo o subtipo del virus dan como resultado poca o ninguna protección contra otro tipo o subtipo diferente de virus (Figura 2).

 

 

 

Figura 2: Subtipos del virus de Influenza tipo A en distintas especies.

 

Además de la variación antigénica, los virus de Influenza muestran de manera esporádica un desplazamiento antigénico que se da de manera abrupta. Cuando este cambio radical ocurre, surge un nuevo serotipo cuyos antígenos de superficie no muestran relación evidente con los antígenos conocidos. Este tipo de cambio no se da por mutación, sino cuando hay una recombinación entre dos serotipos distintos. Estos virus nuevos suelen ser muy virulentos y son  los responsables de las severas epidemias mundiales, conocidas como pandemias (4).

 

Los cambios antigénicos ocurren principalmente en las dos glicoproteínas externas del virus (hemaglutinina y neuroaminidasa), de este modo, el subtipo H3N2 se encuentra de dos formas distintas: doble recombinación, que contiene segmentos genéticos tanto de virus humano como de cerdo, y triple recombinación, el cual contiene segmentos de virus humano, cerdo y ave (4,5).

 

Etiología

 

La influenza porcina es una enfermedad respiratoria infecciosa de curso agudo que es producida por un orthomixovirus tipo A (Figura 3). En la familia Orthomyxoviridae existen otras dos especies de virus de influenza, los tipos B y C que corresponden a tipos humanos.

Su clasificación se basa en las diferencias antigénicas de su nucleocápside y la proteína de matriz (6).

 

 


 

Figura 3: Fotografía electrónica y estructura del virus de Influenza tipo A.

 

 

 

El virus de influenza posee genoma ARN (ácido ribonucleico), es pleomórfico, pero generalmente posee forma esférica; mide de 80-120 nm de diámetro; es un virus envuelto cuya membrana lipídica se deriva de la membrana de la célula infectada. Desde la superficie se extienden dos glicoproteínas transmembranales denominadas “Spike”, las cuales representan los antígenos de superficie de mayor importancia, y se dividen en dos grupos distintos, hemaglutininas (H) y neuroaminidasas (N). La hemaglutinina es responsable de la unión del virus a las células y provoca la aglutinación de eritrocitos.

 

La neuroaminidasa juega un papel importante en la liberación del virus desde células infectadas (6,7). Las características antigénicas de las dos glicoproteínas de superficie, hemaglutinina y neuroaminidasa,  permiten dividir al virus de influenza tipo A en diferentes subtipos, hasta el momento se han identificado 15 hemaglutininas y 9 neuroaminidasas.

 

Ambos antígenos se encuentran siempre presentes en un virus, sin embargo, una sola variante de hemaglutinina y neuroaminidasa puede ser encontrada a la vez, y la combinación de ambas variantes recibe la denominación de subtipo. Los subtipos de mayor relevancia en la especie porcina son el H1N1 y el H3N2.  La propiedad aglutinante del antígeno hemaglutinina, descrita por Hirst en 1941, ayudó a desarrollar una técnica de detección de anticuerpos específicos contra este virus, la cual es utilizada hasta hoy (1).

 

Los anticuerpos dirigidos hacia la hemaglutinina previenen la infección con un virus que contenga las mismas hemaglutininas, mientras que los anticuerpos dirigidos a la neuroaminidasa restringen la salida del virus de células infectadas (6,7).

 

 

Historia de la enfermedad

 

La influenza porcina se describió por primera vez en 1918 en los Estados Unidos, donde se reportaron signos clínicos y patologías similares a la enfermedad en humanos, sin embargo, el virus se aisló e identificó hasta el año de 1930 (6,7).

La aparición de influenza en cerdos coincidió con la pandemia de influenza en humanos (gripe española), que causó la muerte en 1918 a millones de personas en el mundo. En Europa entre 1940 y 1950, ya había evidencia de la enfermedad, sin embargo ésta se reportó hasta 1976, cuando reapareció clínicamente en Italia. (6,7)

 

El virus responsable de estos brotes estaba estrechamente relacionado con el H1N1 clásico, el cual se había identificado ya en los Estados Unidos.

Durante un brote en Europa en 1979 se aisló un virus, que en un principio se creyó que se trataba de un H1N1 clásico, sin embargo su hemaglutinina estaba más relacionada con una H1 de origen aviar; por lo que se concluyó que el virus había sido transmitido de los patos silvestres a los cerdos (6,7).

 

El subtipo H1N1 clásico, se ha reportado en pocos países europeos, y lo han reemplazado, en su mayoría, los subtipos aviares.

El subtipo H3N2 fue transmitido de humanos a cerdos en Hong Kong durante la pandemia de 1968  (8).

 

La recombinación de virus aviares y humanos en los cerdos ha dado lugar, subsecuentemente, a la transmisión de éstos nuevos subtipos virales a población humana; pero la transmisión de cepas humanas a porcinos puede ocurrir bajo condiciones naturales por cambios en los genes que codifican para la  hemaglutinina y la neuroaminidasa,  ya que existen receptores de membrana comunes a ambas especies; lo cual facilita la adhesión de los virus y el continuo intercambio de subtipos con aumento de su virulencia (8,9). 

 

Estos receptores en las células epiteliales del sistema respiratorio, comparten ambos subtipos virales, tanto aviar (H1N1) como humano (H3N2), y es la única especie animal que puede ser infectada con los dos virus de Influenza.  El cerdo así,  tiene un papel importante al proveer el medio en donde los eventos de recombinación genética y cambios antigénicos tienen lugar (8,9).

 

La recombinación se da al segmentarse el RNA durante una infección conjunta con diferentes serotipos de influenza tipo A;  esta particularidad del virus hace que la evolución y diversidad de la enfermedad se vea incrementada al surgir nuevos subtipos virales (7,8). En este sentido, la hemaglutinina y la neuroaminidasa que componen a otro subtipo, el H1N2, se derivaron de segmentos genéticos de H1N1 y H3N2, que estuvieron circulando tanto en población aviar como humana (8,9).

En 1999 se aisló de los cerdos un subtipo H3N2 con estrecha relación genética al virus humano contemporáneo, y este ha sido responsable de brotes en Estados Unidos que se reportaron en 1998 (9,10).

 

La importancia del surgimiento de nuevos subtipos del virus de influenza, radica en el potencial que tienen éstos para dar origen a epidemias humanas; así como la disminución en la productividad animal a consecuencia de la predisposición a enfermedades de origen bacteriano (10,11,12).

 

Epidemiología

 

Todos los subtipos del virus de Influenza se encuentran en aves acuáticas y silvestres, las cuales actúan como reservorios de éste siendo las acuáticas el principal reservorio de los 15 subtipos de los virus de influenza tipo A.

En los patos silvestres, el virus coloniza las células intestinales sin causar signos de la  enfermedad, excretándose en altas concentraciones por las heces. Estos virus se han logrado aislar del agua de lagos, lo que indica que las aves acuáticas tienen gran potencial para transmitir el virus, contaminando las fuentes de agua que pueden ser de uso tanto humano como animal (13).

 

Una gran cantidad de patos jóvenes susceptibles emigran cada año a través del mundo, muchos de los cuales son infectados por la presencia del virus en el agua. Esto se evidencia por la alta incidencia de la infección en los patos canadienses, que llegan a ser hasta un 30%, lo que esto ocurre antes de su migración (13,14).

La naturaleza del virus para no producir enfermedad en las aves, es el resultado de la adaptación de éste durante muchos años, lo cual asegura su sobrevivencia en la naturaleza.

 

Los estudios realizados en la ecología viral llevan a la conclusión de que todos los diferentes virus de influenza de mamíferos, derivan del virus aviar. Esto se basa en el análisis filogenético de las secuencias de ácido ribonucleico de los virus de Influenza tipo A  y sus subtipos en una variedad de regiones geográficas.

Los análisis del gen de la nucleoproteína (NP) han dado a conocer que los virus aviares se han desarrollado en distintos periodos y en distintas especies a la especie aviar: equino antiguo, equino contemporáneo; cerdo y humano (13,14).

 

Los virus humanos y de los cerdos tienen una estrecha relación genética que muestra que se desarrollaron de un origen común, el antepasado de ambos virus parece haber sido un virus aviar.

Los estudios hechos sobre la nucleoproteína viral, muestran que los subtipos de Influenza encontrados en Europa y Asia son diferentes a los encontrados en América, esto demuestra que las aves migratorias que se mueven entre estos continentes (migración latitudinal), tienen poco o ningún papel en la transmisión de la enfermedad; mientras que las aves que emigran longitudinalmente, parecen desempeñar un papel dominante en el proceso de continuación de la evolución viral (13,14).

 

El análisis filogenético de los cambios en los aminoácidos que componen al ácido ribonucleico del virus (ARN), muestra que los virus aviares tienen un perfil evolutivo bajo, es decir una fase estacionaria sin evidencia de evolución neta en los últimos 60 años, lo que no ocurre en los virus de las otras especies.

 

El alto nivel de conservación genética sugiere que los virus aviares se han acercado o ya han alcanzado un grado óptimo de estabilidad, en donde los cambios de un nucleótido no proporcionan ninguna ventaja selectiva al virus.

Esto significa que la fuente de los genes, para los virus que han producido las pandemias mundiales, ha estado filogenéticamente sin cambios en el reservorio acuático de las aves (13,14).

 

La implicación  más importante de estos estudios es que los virus ancestrales que causaron la gripe española en 1918, así como los virus de las pandemias de Asia en 1957 y de Hong Kong en 1968, todavía están circulando en aves silvestres, con poco o ningún cambio mutacional.

 

Gran parte de la epidemiología de la Influenza se puede explicar en el contexto de su genoma segmentado. Al incorporarse periódicamente hemaglutininas y neuroaminidasas provenientes de virus animales, se producen nuevas glicoproteínas de superficie (variación antigénica) contra las cuales, una  población no tiene anticuerpos específicos. Esta variación es el origen de las pandemias (14).

 

El conocimiento de la nomenclatura de los virus de Influenza permite una mejor comprensión de estos acontecimientos. La designación de una cepa de Influenza tipo A incluye el serotipo principal de la hemaglutinina y neuroaminidasa, el lugar, mes y el año de aislamiento, por ejemplo H3N3/Sidney/5/97 (14).

La infección de cerdos con los subtipos H1N1 y H3N2, ocurre bajo condiciones naturales.

 

Desde que se reportó la transmisión del virus de humanos a cerdos en 1968 en Hong Kong, el subtipo H3N2  ha sido aislado regularmente de los cerdos en años subsecuentes; además de que se demostró la presencia de anticuerpos en cerdos de varias partes del mundo. En Europa las pruebas serológicas revelan una prevalencia del subtipo H1N1 y H3N2 respectivamente: 92% y 57% en Bélgica (1996); 73% y 62% en España (1992);  55% y 51% en Alemania (1993) y 60% y 30% en Países Bajos (15).

 

Patogenia

 

La  presencia del virus en el cerdo y los frecuentes intercambios entre esta especie y otras, se facilita por las prácticas de manejo, en las cuales el movimiento de cerdos da lugar al contacto con poblaciones susceptibles, incluyendo aves y humanos. (8,9)

 

La enfermedad ocurre con más frecuencia en las etapas de crecimiento-finalización, dando inicio al complejo respiratorio porcino.

El virus de Influenza es transmitido por contacto directo vía nasofaríngea por medio de aerosoles, y es la ruta primaria de transmisión. La infección generalmente se limita al tracto respiratorio, y la viremia rara vez ocurre. El virus se replica en la mucosa nasal, tonsilas, tráquea y en linfonodos bronquiales y pulmonares; los pulmones parecen ser el órgano blanco de más importancia. 

 

Después de un periodo de incubación de 1-3 días, el virus es llevado en las secreciones nasales durante la etapa febril aguda de la enfermedad; donde se manifiestan signos tales como fiebre, anorexia, postración, conjuntivitis y descargas nasales. La producción de citocinas como la Interleucina 1 y el factor de necrosis tumoral, contribuyen a los cambios inflamatorios en el pulmón. La excreción del virus dura aproximadamente 6 días. La morbilidad es del 100%, mientras que la mortalidad es muy baja, 1%  (6,14).

 

 

Signos y lesiones

 

Después de un periodo de incubación de 24 a 72 horas, el inicio de la enfermedad es súbito. Los animales afectados muestran anorexia, inactividad, postración y se amontonan entre ellos; se observa respiración abdominal, sobretodo cuando se les obliga a moverse, además de que puede haber un paroxismo de tos seca y áspera. La fiebre, usualmente se encuentra en rangos de 40.5 a 41.7°C; se puede presentar conjuntivitis, descargas nasales y estornudos. La pérdida de peso resulta obvia debido a la anorexia y la inactividad. Estos signos clínicos de un típico brote de influenza porcina, generalmente se limitan a cerdos susceptibles seronegativos. La recuperación comienza de 5 a 7 días después de que se presentó el brote (6,14).

 

La severidad de la enfermedad depende de la inmunidad materna, cepa viral, ruta de inoculación y las infecciones secundarias de origen bacteriano tales como Actinobacillus pleuroneumoniae, Pasteurella multocida, Haemophilus parasuis y Streptococcus suis tipo 2.

 

Los subtipos H1N1 clásico y el H3N2 en los cerdos, producen lesiones mínimas en el pulmón que se manifiestan como una neumonía intersticial poco severa, limitada a los lóbulos craneales y medios  en donde se aprecia edema interlobular y áreas de consolidación; mientras el subtipo aviar H1N1 produce lesiones y  cambios histopatológicos más severos tales como pleuritis fibrinosa y necrosis del epitelio bronquial; el lumen de bronquios, bronquiolos y alvéolos se encuentra con exudado que contiene células descamadas, neutrófilos y monocitos. Se puede observar hiperemia variable por la dilatación de capilares e infiltración de los septos alveolares con linfocitos, histiocitos y células plasmáticas (6,14).

 

 

Respuesta Inmune

 

Aunque existen diferencias limitadas entre la respuesta inmune en cerdos y humanos, los mismos mecanismos generales aplican en ambos organismos; además de que el curso de la infección con el virus de Influenza tipo A en cerdos, es similar al del humano.

 

Los mecanismos de defensa inespecíficos incluyen la producción de citocinas, particularmente los interferones, y la activación de células asesinas naturales (NK), las cuales destruyen a las células infectadas por el virus, limitando la replicación y propagación de éste.

 

Los interferones se producen en los primeros momentos de la infección por las células infectadas, éstos reducen la diseminación del virus al inducir un estado antiviral que interfiere con la síntesis del ARN y las proteínas virales (16).

 

Los mecanismos de defensa específicos son la inmunidad humoral mediada por los anticuerpos o inmunoglobulinas y la inmunidad celular, mediada por linfocitos.

Los anticuerpos que se producen como resultado de la exposición del sistema inmunocompetente al virus, son dirigidos contra los antígenos de superficie viral hemaglutinina (H) y neuroaminidasa (N); pero también se producen anticuerpos contra la nucleoproteína (NP) y la proteína de matriz (M) del virus. Los anticuerpos contra la hemaglutinina son altamente efectivos para resistir o finalizar la infección por el virus de Influenza, mientras que los anticuerpos que se dirigen contra la nucleoproteína o la proteína de matriz no lo son  (17).

 

Cuando ha ocurrido la infección por el virus, las inmunoglobulinas IgM son las primeras en producirse, seguidas por las IgA y finalmente IgG.

Las IgM son muy eficaces para agregar a los virus y mediar la lisis de células infectadas por la vía clásica del complemento; mientras que las IgA su principal función es la de envolver a los viriones que han sido liberados de las células infectadas, y promover la fagocitosis por los neutrófilos polimorfonucleares (PMN), además de mediar la lisis celular por la vía alterna del complemento (18).

 

Las IgG pueden envolver los viriones promoviendo la fagocitosis por neutrófilos polimorfonucleares y macrófagos, además de ayudar en la lisis celular mediada por la vía clásica del complemento. Estos anticuerpos IgG, son transmitidos de la madre al lechón mediante el calostro, y es la única vía natural para adquirirlos, ya que la placenta epiteliocorial del cerdo no permite el paso de inmunoglobulinas entre la sangre materna y fetal, por lo que es necesario que el lechón consuma el calostro durante las primeras 12 a 24 horas de nacido, cuando aun es permeable el intestino. En los animales domésticos hay diferencia en la selectividad y duración de la permeabilidad intestinal, en el cerdo se absorbe preferentemente anticuerpos IgG e IgM, mientras que la IgA permanece casi en su totalidad en el intestino. Las inmunoglobulinas, una vez unidas a su receptor en los enterocitos, son absorbidas por pinocitosis llegando a los capilares intestinales alcanzando así la circulación sanguínea (18,19).

 

En los cerdos recién nacidos, el grado de actividad proteolítica en el aparato digestivo es bajo, y se reduce aun más por los inhibidores de tripsina en el calostro, de este modo las inmunoglobulinas y otras proteínas del calostro no son degradadas ni usadas como fuente alimenticia.

 

Estas inmunoglobulinas brindarán protección al lechón durante los primeros 3 –4 meses de vida, que es la edad en la que el cerdo alcanza su madurez inmunológica, aunque la duración de la inmunidad pasiva dependerá de factores tales como la edad de inmunización de la madre, que está directamente en relación con la concentración de anticuerpos en el calostro, y la  cantidad de anticuerpos absorbidos, relacionado con la adecuada ingestión de calostro (18,19).

 

La respuesta inmune celular en la infección por influenza, involucra la acción de los linfocitos T auxiliares (CD4) que estimulan  la producción de inmunoglobulinas, citocinas y de linfocitos citotóxicos (CD8). Estas células auxiliares, específicas para nucleoproteína y proteína de matriz, estimulan a los linfocitos B, los cuales producirán anticuerpos específicos para la hemaglutinina viral (16).

 

La inmunidad contra el virus se establece una vez que el cerdo se ha recobrado de la infección primaria. La cantidad de IgG continuarán circulando durante un tiempo considerable, mientras que la cantidad de IgA en el tracto respiratorio y  de los linfocitos auxiliares y citotóxicos en circulación sanguínea, irá descendiendo gradualmente, en tanto que el sistema inmune ha hecho memoria para reconocer al virus de influenza en una segunda infección, siempre y cuando los antígenos de superficie, hemaglutinina y neuroaminidasa sean los mismos del virus al cual el cerdo fue expuesto primariamente (18).

 

Diagnóstico de laboratorio

 

Identificación del agente

 

La detección del virus o antígenos virales, en animales clínicamente afectados, se considera un diagnóstico definitivo para la influenza porcina.

La identificación del virus se realiza mejor con muestras coleccionadas dentro de las  24–48 horas de presentarse los signos clínicos de la enfermedad. El cerdo de elección es aquel que no haya recibido algún tratamiento y con una temperatura rectal elevada; así el virus puede ser realmente detectado en el tejido pulmonar o en secreciones nasales (20).

 

El virus  puede ser aislado a partir de exudado nasal y faríngeo mediante la inoculación de embriones de pollo de 9-11 días, o en líneas celulares susceptibles como MDCK (Madin–Darby canine kidney), células de riñón de cerdo (PK); testículo de cerdo y células epiteliales de pulmón de cerdo. El efecto citopático del virus se observa en las células o en el fluido alantoideo (20).

 

La prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) ha sido desarrollada para el diagnóstico del virus de influenza porcina, aunque su uso todavía es muy limitado. Una prueba similar, la PCR de transcripción inversa (RT-PCR assays) se emplea para demostrar las secuencias específicas de los subtipos H1N1, H3N2 y H1N2, con gran exactitud (20,21).

 

La inmunohistoquímica se realiza con muestras de tejido fijadas con formalina, y la prueba con anticuerpos fluorescentes (inmunofluorecencia) puede llevarse a cabo con tejidos frescos. Otro método diagnóstico es la ELISA de captura de antígeno (Antigen-capture enzyme-linked immunosorbent assays), aunque su uso comercial es para el diagnóstico del virus de influenza humano. Este tipo de pruebas han sido utilizadas para la detección viral en tejidos pulmonares y secreciones nasales (20,21).

 

Detección de anticuerpos

 

Las pruebas serológicas son empleadas para detectar animales que han sido expuestos al virus, ya que la enfermedad es de curso agudo y resulta difícil la detección del agente causal. Estas pruebas serológicas también se usan para determinar el estado inmune de cerdos en diferentes edades, el nivel inmunológico de la piara o bien los niveles de anticuerpos vacunales (22).

 

Los subtipos de hemaglutininas y neuroaminidasas son determinados por Inhibición de la hemaglutinación (IH), y la inhibición de la neuroaminidasa, respectivamente. La inhibición de la hemaglutinación es la prueba más usada;  su ventaja radica en que puede distinguir entre los diferentes determinantes antigénicos del virus (9,21).

 

Esta prueba ha sido un método confiable para la determinación de los niveles de anticuerpos de cerdos para caracterizar a los subtipos H1N1 y H3N2 del virus de la influenza porcina en los Estados Unidos. Más de 4, 000 sueros de cerdos en 23 estados de los Estados Unidos fueron utilizados con esta prueba diagnóstica, revelando un 28% de cerdos seropositivos para el subtipo H1N1 y 20% para el subtipo H3N2 (23).

 

 

 

Diferentes títulos de anticuerpos contra el subtipo H3N2

del virus de influenza porcina.

 

 

 

Interpretación de los resultados de la prueba de

Inhibición de la hemaglutinación.

 

 

 

Pruebas serológicas adicionales son: inmunodifusión en agar, inmunofluorecencia indirecta, seroneutralización y ELISA.

Una prueba de ELISA comercial para detectar anticuerpos contra el virus de Influenza Porcina H1N1, fue comparada con la IH. Los resultados mostraron que la IH y ELISA detectaron anticuerpos en 11 y 6, respectivamente, de 72 muestras de sueros de cerdos infectados en forma experimental con una cepa aislada en 1992 (A/Swine/IA/40776/92). La presencia de anticuerpos en estas muestras experimentales fue confirmada por otras pruebas de IH en los cuales las 72 muestras realizadas anteriormente, fueron positivas contra un virus homólogo, el más recientemente aislado en EU en 1999 (24).

 

La prueba de inhibición de la hemaglutinación sigue siendo un método confiable para la determinación de anticuerpos contra el virus de influenza porcina, y es utilizada en varios países, tanto de Europa como de América (25, 26, 27).

Las proteínas específicas de los anticuerpos dirigidos al virus de influenza se pueden determinar por la prueba “Western Immunoblot Análisis”, usando antígenos virales (22).

 

Una prueba de inmunoperoxidasa (Immunoperoxidase Monolayer Assay), ha sido desarrollada para detectar anticuerpos contra el virus de influenza en cerdos, y esta puede detectar anticuerpos contra los subtipos H1N1 y H3N2 (28).

Se ha desarrollado una prueba de ELISA para detectar anticuerpos en sueros de cerdos previamente expuestos a la enfermedad, usando el antígeno purificado de la hemaglutinina de los subtipos H1N1 y H3N2, aunque no es posible diferenciar entre ambos, por lo que para ello se requiere el uso de la IH (29).

 

 

Vacunas

 

Las vacunas de influenza para cerdos  se basan en virus inactivado suspendido en adyuvante oleoso, algunas vacunas son bivalentes con ambos subtipos, H1N1 y H3N2; otras contienen solo uno de éstos.

 

Se han usado otro tipo de vacunas a base de ADN viral usando el subtipo H1N1  (12). Algunas otras incluyen un adenovirus con ADN recombinante que expresa los genes que codifican para la hemaglutinina H3 y la nucleoproteína del virus de influenza subtipo H3N2 (30,31,32).

 

Las vacunas con un solo serotipo, H1N1 o H3N2, no protegen al cerdo contra la replicación viral del subtipo H1N2, pero se ha demostrado que la aplicación de una vacuna bivalente con H1N1 y H3N2, brinda una sólida protección contra el subtipo H1N2 en pruebas de desafío. Sin embargo, se debe tener en cuenta que los anticuerpos maternales (para H1N1 y H3N2), no protegen al lechón contra una infección por el subtipo H1N2, en contraste con la protección que se observa en cerdos que desarrollan inmunidad activa (34).

 

 

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